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La industria ensaya fármacos para remediar la falta de deseo en la mujer

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Mensaje  Lara Croft Miér Oct 27, 2010 3:32 pm

La industria ensaya fármacos para remediar la falta de deseo en la mujer

La flibanserina aumenta la dopamina y predispone a una mayor receptividad


ANA MACPHERSON

Desde que apareció la píldora azul para solucionar el problema de erección de muchos hombres, la industria farmacéutica y los médicos buscan el equivalente para combatir el principal problema sexual de la mujer: la falta de deseo. Las viagras femeninas, por ahora, son productos que provocan rubor genital revascularizando la zona a base de evitar el retorno venoso o vasodilatando con ayuda del mentol. Pero en la mujer el problema no está en la cantidad de sangre que circule por sus genitales. Está sobre todo en el deseo. O en su ausencia.

Mientras se espera la aprobación de un medicamento, la flibanserina, que, de momento, es el producto que resulta más prometedor en sus resultados para mejorar ese deseo sexual hipoactivo, los sexólogos y los ginecólogos intentan acotar el problema. "El deseo es un cajón de sastre", reconoce Mónica González, ginecóloga del servicio de Andrología de la Fundació Puigvert de Barcelona. "Pero está en el centro de la respuesta sexual femenina", aclara Santiago Palacios, director del Instituto Palacios de Salud y Medicina de la Mujer y experto en menopausia.

Al principio se pensaba que la respuesta sexual en la mujer era lineal, como la del hombre: excitación, orgasmo y periodo refractario. Desde hace unos años se ha impuesto la teoría Basson, que lo describe como un modelo circular en cuyo centro está el deseo. "De él penden la propia excitación y el orgasmo, aunque lo que desencadene el deseo sea una estimulación física directa, un gesto, un aroma, un sentimiento... Es una respuesta más difícil y compleja", dice el ginecólogo.

Palacios añade que se calcula que hasta el 27,6% de las mujeres europeas de edades comprendidas entre 40 y 80 años experimenta falta de interés sexual, deseo hipoactivo, dicho médicamente; el 20,9% sufre problemas de orgasmo; el 17,3%, de lubricación, y el 10,5%, dolor durante el sexo. Pero la falta de deseo es el primero. Y es un problema no muy bien diagnosticado por dos razones principales: los médicos no suelen preguntar a sus pacientes (un asunto que hasta ahora ha permanecido alejado de los programas de estudio de Medicina) y a un número importante de esas presuntas pacientes no les preocupa. "Y si no preocupa, no hay trastorno", dice Palacios.

"Me ha traído él", confiesa la mayoría de mujeres que pasan por la consulta de la ginecóloga Mónica González. "Rara vez llegan por propia iniciativa, aunque hay de todo y algunas se muestran muy satisfechas o con ganas de conseguirlo", explica. Sus pacientes suelen ser las parejas de hombres con algún problema (frecuentemente disfunción eréctil) que ha encontrado solución y ahora quieren mejorar su relación sexual. Pero a muchas de las mujeres de esos hombres no les suponía problema alguno la situación anterior.

La edad, los problemas de salud que suelen crecer con los años, el cambio hormonal que conlleva la menopausia... También la prolactina (que entra en juego cuando se está dando de mamar) y el aumento de la serotonina (frecuente cuando se toman antidepresivos): todo favorece una rebaja de la libido.

"La testosterona, que interviene también en el deseo, baja radicalmente con la edad. A los 40 años se segrega la mitad que a los 20 y a los 60, una sexta parte", aclara Mónica González. Por eso, los parches de testosterona fueron un boom cuando hace dos o tres años empezaron a usarse para combatir el deseo hipoactivo. En Estados Unidos no se utilizan porque se considera que pueden dar problemas de seguridad a largo plazo. Pero en España están autorizados y han tenido éxito. Aunque "relativo", matiza la ginecóloga de la Puigvert. "No es una panacea. Como tampoco lo es la viagra para hombres. Y en ambos tratamientos hay una elevada tasa de abandono, porque si no se contempla la relación, la pareja se aboca al fracaso. Porque a veces lo que no funciona es la relación".

Sexualidad compleja. "No sólo es cuestión de ganas y mecanismos de respuesta, sino que implica sentimientos, emociones, conflictos –recuerda González–. Hablamos de la relación más íntima que tenemos con nadie. Si se refuerza el contexto, aunque el sexo que se practique no sea maravilloso, va a haber relaciones".

Al final, se trata de eso. La nueva medicación que está a la espera de aprobación y cualquier otra sustancia que se emplee, aspira a aumentar las relaciones y la satisfacción por ellas. Durante el congreso de la Sociedad Europea de Medicina Sexual que se celebró en Lyon (Francia) el pasado otoño, se mostraron los últimos resultados de los ensayos con la flibanserina, un compuesto pensado para combatir la depresión y para lo que obtuvo pésimos resultados, pero que en cambio mostró en los animales de laboratorio un aumento de la libido. Este medicamento, que aún no se comercializa, reduce la serotonina y aumenta la dopamina, lo que, desde el punto de vista de los neurotransmisores involucrados en el complejo mundo del deseo, predispone a una mayor receptividad, provoca un estado más vigilante, más sensible a lo que ocurre alrededor. En los ensayos, en los que participaron 1.946 mujeres premenopáusicas mayores de 18 años, se mostró un aumento de las relaciones sexuales. Desde 2,8 "eventos sexuales satisfactorios" en la evaluación inicial hasta 4,5 en la final, según datos de la farmacéutica que desarrolla el producto, Boehringer Ingelheim. El placebo con el que se comparó durante 24 semanas dio 2,7 eventos en la evaluación inicial y hasta 3,7 en la final. También, aseguran los investigadores, disminuyó la preocupación. Ahora se está ultimando el ensayo en mujeres menopáusicas.

"Pero hay aún mucho por ver", subraya el doctor Palacios. "Habrá que estudiar muchos subgrupos: las mujeres que toman anticonceptivos, a las que les disminuye el deseo porque estos medicamentos impiden el pico de estrógenos y andrógenos relacionados con el deseo; también el grupo de las fumadoras, que tienen menos estrógenos", enumera.

De momento, se ha constatado que surte efecto al cabo de un par de semanas tomando una dosis al día antes de acostarse. Los resultados, a pesar de partir de muestras muy similares, no son del todo parejos entre mujeres norteamericanas y europeas. "Allí son más asertivas, más exigentes con sus resultados sexuales. Aquí consultamos menos, cuesta reconocer que se tiene un problema", explica Mónica González.

"Estamos dando un paso de gigante", concluye Santiago Palacios. "De no tener ningún fármaco para mejorar los problemas de la sexualidad, ahora se habla del asunto y empezamos a encontrar soluciones diversas a problemas que sabemos son más complejos", dice sobre la sexualidad femenina. "Esta píldora rosa no es la solución, pero es muy esperanzadora e invita a seguir profundizando. No es pan para todos".

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Mensaje  Divergente Miér Oct 27, 2010 10:55 pm

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